LA NOTICIA:
Un grupo de trabajadores de la salud del Hospital de la ciudad capital están desde hace varios días encadenados frente a las rejas de la Iglesia Catedral, en protesta: “Luchamos para que este Hospital pueda cuidar de nuestro pueblo de forma eficiente y cada vez mejor. Luchamos para que cada uno de nosotros se sienta satisfecho de tener el sueldo que merece y que necesita para mantener a su familia”. Es parte de lo que extraemos de un folleto donde explican su lucha.
Los trabajadores cuentan con el apoyo del SITRAPP y consideran que continuaran con la lucha y su reclamo “Seguiremos a pesar de no ser escuchados por quienes nos gobiernan, a pesar de que quienes son más fuertes se cortan solos, a pesar de la incomprensión de nuestros compañeros, a pesar de que nuestros representantes no nos representan, a pesar del descontento, del enojo, la rabia, la soledad luchamos porque esperamos principalmente que nuestros compañeros dejen de lado el miedo y tomen conciencia que son más las cosas que nos unen que las que nos separan, luchamos porque resignarnos seria peor que perder, luchamos porque tenemos dignidad y esperanza”.
Es otra parte de lo que contiene el folleto y en lo cual nos relatan los encadenados de la catedral, su postura y situación, mientras tanto en horas de la mañana del día jueves uno de ellos sufrió una descompensación pero desistió de retirarse a ser atendido en el hospital mientras dure la protesta.
EL POEMA:
Atados a la cintura como uno más de este pueblo de mentiras,
atados a las rejas de la gran iglesia esa que esconde silencios,
atados a la indiferencia diaria de los que caminan sin mirar sus propias cadenas.
Un puñado de trabajadores están encadenados, ellos se aferran a su dignidad
a sus miedos de saber que quienes los representan saltaron de vereda
no dejen que los hablen y los convenzan desde los balcones de las traiciones.
Una mañana pasare de nuevo por esa gris vereda,
espero no encontrarlos nuevamente sentados, con frió,
encadenados con la mirada perdida buscando respuestas
sino que estén en sus casas jugando con sus hijos
dibujando eternas sonrisas de mandarinas.
Esperan que los escuchen y les saquen sus cadenas
se ataron a la muerte, a la sombra del hambre
son otros los que no deben comer
que dejen ellos de deglutir los corazones de la gente.
Las llaves de las cadenas no las tienen los funciodrones
están en las manos de los trabajadores
eslabón a eslabón camino a la vida
déjenlos atados a ellos con sus corbatas de sangre.
Mientras tanto un puñado de trabajadores protestan
de la última manera que pueden llegar a hacerlo,
simplemente y pidiendo justicia se encadenaron
a las rejas de la gran iglesia esa que grita silencios.
Roque Silva (Sobre protesta frente a la catedral de la ciudad capital de La Rioja 10 de junio de 2009.
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